SOLAMENTE VIOLENCIA
“DE GÉNERO”? LIC. Adriana Santagapita.
La violencia nombrada solo desde
un lado de la cuestión deja por fuera la oportunidad de pensarla mas
abarcativamente, para revisar aquello que ocurre cotidianamente. Existe?. Si.
Pero también ubicar lo que no funciona más allá del género, de alguien que cae
contra el otro con ensañamiento y agresión permite abrir el juego.
Los chicos son, creo, la franja de la
población mas impunemente maltratada. La mayoría de los chicos que sufren
violencia física y verbal la reciben de sus padres,
y más específicamente en una amplia medida, de sus madres. Claro, fuera de
función materna y paterna. También la hay de mujeres a hombres, cuando la
palabra lastima y enferma. Atrapa y destrata o maltrata.
La
alternativa?... la construcción de nuevas inscripciones para ambos lados de la
escena de violencia. La ley, para obturar al violento, y la salida de la
victimización y posición de abusado para el violentado. Para cada quien sus topes. Por
eso, en casos de la infancia y adolescencia, así como de quien no puede poner
topes, es menester ocuparse, denunciar, ofrecer salidas y tomarse de la Ley que
permite entrar en la serie de derechos y obligaciones. Y como tercer lugar, las
consecuencias.
Violencia de GENERO HUMANO, donde hombres y
mujeres por igual a lo largo de la historia generan la degradación del otro,
que tendrá que hacer un largo trabajo de recomposición, para re-nacer cual
crisálida, y escribir una nueva historia. Si quedamos obturados por leer
solo un lado de la cuestión, oponiendo un genero al otro, claramente la brecha
se hará mas grande, y las brechas, las oposiciones solo sirven como generadores
de mas violencia.
En la clínica se trabaja casi permanentemente con la posibilidad de desandar caminos y huellas dolorosas, que tienen que ver con lo violento del otro, sea padre o madre, mujer o varón. No es con el género que se puede explicar lo que funciona o no. Es con lo humano, con lo que no funciona de lo que debería entrar en lo humanizante del lazo.
En la clínica se trabaja casi permanentemente con la posibilidad de desandar caminos y huellas dolorosas, que tienen que ver con lo violento del otro, sea padre o madre, mujer o varón. No es con el género que se puede explicar lo que funciona o no. Es con lo humano, con lo que no funciona de lo que debería entrar en lo humanizante del lazo.
Freud se ocupo en " EL malestar en la
cultura" ampliamente de ubicar lo agresivo como propio del género humano, donde es con operaciones
psíquicas de apertura hacia el otro, lo
otro, como lo próximo/prójimo, con trabajo de cada quien para poder ir gastándolo,
hasta minimizarlo.
El rechazo a todo lo que se aparta de los
hijos ideales, la pareja ideal, mas allá de lo que para cada quien es deseable,
abre las puertas muchas veces, una y otra vez, a escenas de dolor para quien lo
padece. Por eso, la clínica trae recuerdos dolorosos de cantidad de escenas de
violencia verbal, gestual, donde la mirada no es mirada, y las palabras no son
palabras, sino IRA contra otros.
Esta naturalizado que a los niños se les puede pegar, amenazar, desoír, "domesticar" para que coincidan con la imagen idealizada de lo que “debería ser”, a puro forzamiento para que se acerque a lo tolerable para los padres. Dentro de esto, especialmente el género femenino, las madres fuera de función, son las que más abiertamente utilizan castigos y amenazas de todo tipo. Un tirón de orejas, un zamarreo, un gesto de enojo, gritos, lamentablemente están a la orden del día. Madres que abusan de los hijos, tanto sexualmente como arrasando los derechos del niño, que se incluyen en los derechos humanos, parecen estar culturalmente aceptadas. Pasamos por al lado sin que sorprenda, o sin intervenir.
El rechazo como consecuencia del no calcular el deseo de maternar, de recibir la generación que continua, tanto para género femenino como masculino, está encabezando la lista de lo que se sigue en los abandonos reales (en instituciones), o solapados, cuando no hay quien acompañe amorosamente lo propio de la infancia. Castigos al alumno que deja corrido al hijo desde marzo a diciembre, y con cada fracaso escolar, una represalia muchas veces desmedida. Hijos que piden limosna con madres cerca juntando las ganancias, padres que abusan de su fuerza. Siempre en la infancia debe leerse como abuso de poder, aun en un "cachetazo a tiempo". El niño no se puede defender, solo sentirse infinitamente solo y acallado. Y así, va tejiéndose la trama de lo que cercena la libertad individual. Y si no hay trabajo psíquico, lo que sigue es la repetición en las generaciones que siguen, constituyéndose la posición del abusado, de la que solo se puede salir por uno mismo con trabajo de análisis.
Esta naturalizado que a los niños se les puede pegar, amenazar, desoír, "domesticar" para que coincidan con la imagen idealizada de lo que “debería ser”, a puro forzamiento para que se acerque a lo tolerable para los padres. Dentro de esto, especialmente el género femenino, las madres fuera de función, son las que más abiertamente utilizan castigos y amenazas de todo tipo. Un tirón de orejas, un zamarreo, un gesto de enojo, gritos, lamentablemente están a la orden del día. Madres que abusan de los hijos, tanto sexualmente como arrasando los derechos del niño, que se incluyen en los derechos humanos, parecen estar culturalmente aceptadas. Pasamos por al lado sin que sorprenda, o sin intervenir.
El rechazo como consecuencia del no calcular el deseo de maternar, de recibir la generación que continua, tanto para género femenino como masculino, está encabezando la lista de lo que se sigue en los abandonos reales (en instituciones), o solapados, cuando no hay quien acompañe amorosamente lo propio de la infancia. Castigos al alumno que deja corrido al hijo desde marzo a diciembre, y con cada fracaso escolar, una represalia muchas veces desmedida. Hijos que piden limosna con madres cerca juntando las ganancias, padres que abusan de su fuerza. Siempre en la infancia debe leerse como abuso de poder, aun en un "cachetazo a tiempo". El niño no se puede defender, solo sentirse infinitamente solo y acallado. Y así, va tejiéndose la trama de lo que cercena la libertad individual. Y si no hay trabajo psíquico, lo que sigue es la repetición en las generaciones que siguen, constituyéndose la posición del abusado, de la que solo se puede salir por uno mismo con trabajo de análisis.
Con esto, otro capítulo se abre
respecto de la educación institucional y los hogares de orfandad, donde muchos
docentes y “cuidadores”, aun hoy, usan la amenaza o el grito para acallar lo
típicamente infantil. El fracaso escolar muchas veces tiene que ver con lo que
no funciona de la docencia, cuando en lugar de armar un escenario placentero,
se recarga de órdenes y reglas morales, alejadas de la ética.
Los orfanatos, con largas listas
de espera para padres que desean adoptar y niños que esperan ser adoptados,
cuando la ley no funciona y los tiempos llevan a una espera desesperada, donde
la soledad y la tristeza toman la escena, también haciendo marcas dolorosas. Lo
violento del sistema, obtura y dilata innecesariamente la salida, y esto es
también violencia.
También pensar en hombres contra hombres abre el panorama sobre repensar lo agresivo y segregativo. Las guerras, el holocausto, los genocidios no miden si es violencia de género, sino cualquiera contra cualquiera en detrimento del lazo, hacia objetivos de poder que poco tienen que ver con el cuidado del otro.
Lo violento también cae sobre los padres mayores, cada vez mas segregados del núcleo familiar, con distintos tipos de maltrato, Y no depende del género de donde se parta y hacia donde se dirija.
Los hombres como parte de la cuestión a revisar, dejan caer muchas veces sus imposibilidades y sus frustraciones sobre mujeres que no pueden defenderse, generando así un círculo de padecimiento para quien no puede salirse de la posición de víctima.
Y también una amplia franja de violencia se reserva para hombres sometidos a mujeres que usan el poder sobre la casa y los hijos para ir contra el lazo. Mas solapada, poco nombrada, pero los juzgados están llenos de mujeres/madres que usan al hijo como trofeo de guerra para castigar al hombre que decide no continuar una relación de pareja. Claro, también hay hombres que no pueden responsabilizarse de los cuidados que junto a los derechos, hacen a las obligaciones como pares o padres. Y esto también es violencia para con los hijos.
Por eso, me parece que pensar la violencia como la falla del lazo, abre la discusión y el pensamiento para ocuparnos de lo que nos pasa como comunidad. Mirar lo que hay que mirar y decir lo que hay que decir, para ordenar, para que entre la LEY como función paterna, es lo que pone tope, para todos, al desborde violento, hacia el ir contra el otro, sea quien sea.
Como dice un paciente de 6 años en tratamiento, "para deshacer el hechizo, hay que matar a maléfica", Y escucho Maléfica como LO MALEFICO que obtura y deshace lo que debe entrar en el orden del amor. Y que es justamente, lo que queda fuera cuando de violencia se trata.
También pensar en hombres contra hombres abre el panorama sobre repensar lo agresivo y segregativo. Las guerras, el holocausto, los genocidios no miden si es violencia de género, sino cualquiera contra cualquiera en detrimento del lazo, hacia objetivos de poder que poco tienen que ver con el cuidado del otro.
Lo violento también cae sobre los padres mayores, cada vez mas segregados del núcleo familiar, con distintos tipos de maltrato, Y no depende del género de donde se parta y hacia donde se dirija.
Los hombres como parte de la cuestión a revisar, dejan caer muchas veces sus imposibilidades y sus frustraciones sobre mujeres que no pueden defenderse, generando así un círculo de padecimiento para quien no puede salirse de la posición de víctima.
Y también una amplia franja de violencia se reserva para hombres sometidos a mujeres que usan el poder sobre la casa y los hijos para ir contra el lazo. Mas solapada, poco nombrada, pero los juzgados están llenos de mujeres/madres que usan al hijo como trofeo de guerra para castigar al hombre que decide no continuar una relación de pareja. Claro, también hay hombres que no pueden responsabilizarse de los cuidados que junto a los derechos, hacen a las obligaciones como pares o padres. Y esto también es violencia para con los hijos.
Por eso, me parece que pensar la violencia como la falla del lazo, abre la discusión y el pensamiento para ocuparnos de lo que nos pasa como comunidad. Mirar lo que hay que mirar y decir lo que hay que decir, para ordenar, para que entre la LEY como función paterna, es lo que pone tope, para todos, al desborde violento, hacia el ir contra el otro, sea quien sea.
Como dice un paciente de 6 años en tratamiento, "para deshacer el hechizo, hay que matar a maléfica", Y escucho Maléfica como LO MALEFICO que obtura y deshace lo que debe entrar en el orden del amor. Y que es justamente, lo que queda fuera cuando de violencia se trata.
Existen
entidades que se ocupan ampliamente de hacer con las denuncias sobre violencia.
El Consejo de Niñas, niños y adolescentes, La Comisaria de la Mujer,
Defensorías de Menores, o acercarse a quien pueda ofrecer ayuda para transitar
los dolorosos pero necesarios pasos, para encontrar la salida.